lunes, octubre 10, 2005
domingo, agosto 28, 2005
50 AÑOS DE LA COMISIÓN FULBRIGHT EN CHILE
Jaime Arellano Quintana
Miembro Directorio Comisión Fulbright
La Comisión Fulbright para el Intercambio Educativo entre Chile y Estados Unidos está en el año de celebración de su 50 aniversario de vida en nuestro país, lo que ha permitido reafirmar y entender la vigencia que esta herramienta de acceso al conocimiento de vanguardia ha tenido y tiene para una nación, como la nuestra, que busca su desarrollo.
Inspirado en el legado de paz, tolerancia y humanismo del senador por Arkansas, William Fulbright, el Congreso de Estados Unidos creó este programa en 1946 para promover el intercambio educacional y cultural, como asimismo aumentar la mutua comprensión y entendimiento entre las naciones. Nueve años después, y por un acuerdo firmado con Chile en marzo de 1955, se creó en nuestro país la Comisión Fulbright, siendo la primera de América Latina.
Desde esa fecha y hasta hoy son más de 1.350 los chilenos y chilenas y más de 700 los estadounidenses que han sido becados y tenido la oportunidad de estudiar, enseñar e investigar en uno de los dos países. Este año son 159 los chilenos y chilenas que iniciarán su especialización en centros de estudios altamente calificados en áreas como la arquitectura, derecho, políticas públicas, artes, biología, educación, economía y agricultura, entre otras.
"Traer un poco de conocimiento, un poco de razón y un poco de compasión a los asuntos internacionales y de este modo aumentar las posibilidades de las naciones de aprender a vivir en paz y amistad", fijaba el Senador Fulbright como la misión de la Comisión.
Esos principios –igualmente vigentes hoy que hace 50 años- demuestran la necesidad y la importancia que las relaciones internacionales tienen en la vida de las personas y de las sociedades, porque el conocimiento y el entendimiento entre los pueblos aumentan las posibilidades de que las naciones convivan en paz y amistad.
En este contexto, la firma del Tratado de Libre Comercio entre los dos países y la positiva evaluación que se ha hecho de su aplicación reciente, da para pensar que ello no es sólo fruto de políticas acertadas, buenos indicadores macro y micro económicos y estabilidad política interna de Chile. Es fruto, también, del entendimiento cultural y la confianza mutua. Y la Comisión Fulbright, a través de sus 50 años en Chile, sin duda ha hecho un aporte en este sentido.
Es único el momento que Chile vive, porque tras década y media de recuperada la democracia, hoy más que nunca se vislumbra en el horizonte cercano el anhelado término del subdesarrollo. Aunque falta mucho por hacer en materia de distribución de la riqueza, en tecnología, en salud, en justicia y en educación, viene al caso señalar, que este año con los aportes que hacemos como país a los programas de Fulbright –a través del Ministerio de Relaciones Exteriores- se habrá asignado sobre un millón de dólares. ¿Por qué una cifra tan elevada en un país tan pequeño como Chile? Porque en este momento histórico, la educación se transforma en una de las herramientas más potentes, multiplicadoras, y esencialmente democratizadoras para el desarrollo.
Nuestro país cambia vertiginosamente y las políticas públicas deben ser visionarias, imaginativas y adecuadas a esa realidad. Si ayer el despegue económico se tradujo en el desarrollo de nuestra capacidad exportadora, hoy nos preocupa también que el país se diversifique y otorgue calidad en sus prestaciones. Que sea un buen y atractivo socio. El actual gobierno ha comprendido esto y promociona a Chile como un País Plataforma de Servicios para la región y para el mundo, y en ello es clave los avances en justicia e iniciativas recientes como la Ley sobre Arbitraje Comercial Internacional, que posibilita prestar servicios jurídicos al exterior.
El Ministerio de Educación ha lanzando una campaña para obtener que todo chileno en el futuro domine el inglés, idioma del comercio exterior y de las relaciones internacionales. Y ahí, sin duda, el aporte que hace y puede hacer la Comisión Fulbright es importante.
Son múltiples las razones que nos motivan a celebrar los 50 años de la Fundación Fulbright, muchos los frutos que ha dejado en ambos países. Y muchas las posibilidades de ayudar y comprometer a más profesionales de Chile y de Estados Unidos para que sigan construyendo esta historia de colaboración, paz y amistad.
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